Diario de un pelotudo pequeño burgués
Amaneció con solcito. Tomé tres mates amargos. Hice pis. Me puse
los pantalones mas arrugados que encontré y le di de comer a mi vieja perra Lula. Agarré un billete de cien pesos y
los anteojos. Me fui al Parque Rivadavia caminando con mi compañera como un
ciego con su lazarillo. Me fumé un pucho, compré Página y Clarín para potenciar
mis ansiedades en la sesión psiquiátrica de mañana. Gasté $34.
En una librería de usados, con un dependiente mucho mayor que yo
al que mi perra le cayó simpático, conseguí tres ejemplares de la Revista Bimestral
Sur, el número 278 de 1962, el 301 de 1966 y el 311 de 1968.
El vendedor me felicitó como felicita a cualquiera que le gasta cincuenta
mangos y me recomendó “lo de Malraux y lo de Sábato” – seguro que leyó los
nombres del sumario de tapa, pensé - y agregó - “piense que lo escribieron antes de venderse
al sistema”.
Le dí un billete de $50 y no sé por qué le agradecí la venta; me
quedé con lo justo para elegir entre media docena de medialunas o un paquete de
puchos. Una vez parados ante el quiosco la perra me tiró de la correa, ella
prefería las medialunas del Progreso. Llegué a casa sin un mango.
Puse a calentar el agua, me comí una medialuna de grasa, le ofrecí la punta más crocante a mi perra; tiré los diarios sobre la mesada, saqué el celofán de las revistas con tufo a pasado imperfecto.
Mientras Lula sacudía el agua del tachito para enfriar la sed yo me puse a leer los sumarios de Sur para calentar la mente:
Mientras Lula sacudía el agua del tachito para enfriar la sed yo me puse a leer los sumarios de Sur para calentar la mente:
Domenach; antimemorias de Malraux (antes del mayo francés); Sábato (Sartre
contra Sartre); un estudio de Imbert sobre la estilística de Payró; Marichal
sobre Machado; Pizarnik y Bordelois sobre poesía; Los toros, el sexo y la
muerte de Vilar; el Ser y el Trabajo de
Vuillemin traducido por
Rozichner; Goytisolo y una crónica
sobre Ginebra; Bibliografías de Barylko y Magrini; Ceremonia del Dr. Leary;
Quinta Avenida de Murena y Un domingo
distinto, de Luis Justo.
Mientras cebaba un nuevo mate de domingo, leí al azar:
“Deprimido, en su interior mecía aquella imagen que su retina
conservaba abundante, colosal. En el Parque, la mujer de la estatua, una probable
madre, retenía al niño como a un rehén”; y sentí que valió la pena.
JP
1 comentario:
lindo vivir tan cerca del parque, me encantan los libros y mas las revistas viejas...
sabemos los que son 100 pesos hoy... pero que lindo gastarlos no?
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