Salamanca
I - Cuervos, buitres, aves salvajes
El tipo en picada no pierde una pluma. Un cuervo no cae, se tira.
A no preocuparse ni dar por perdida la fe; lo que no podemos encontrar siempre
aparece, en cualquier sitio: debajo de la carpetita, atrás del detergente o en
la caja de los alfileres. El aliento huidizo deja estelas, como una señal de la
urgencia con que el tipo se vino a intentar otro aliento. Así mastica, cayendo;
y el placer de masticar precede al morfi. En eso estamos, preparándonos para
pasarle por el buche de forma decorosa. A que nos mastiquen y nos traguen, a que
nos digieran y nos escupan ya estamos tan acostumbrados que no vamos a entrar
en pánico así nomás.
Una reflexión sobre la voracidad cuando somos devorados, es como
sentarse a acomodar el escombro y tener
una vida llena de fe hasta el tope.
La catástrofe que se insinúa depende de que el tipo pierda las plumas, se le mueva algún pelo, lo
depilen en seco, se le queme el aire o aterrice en un pantano sin salida.
II – Silo
Hay tres usos comunes de la palabra silo.
Uno fue SILO el nombre artístico de un filósofo de la new-age humanista
mendocina de apellido Cobos que predicó la introspección. No pude averiguar si
es de la familia de otro Cobos mendocino y radical que predicó la abdicación a las buenas
costumbres para cuidarle los granos a los acopiadores.
Otro uso extendido del silo en Argentina es el del campo agrícola.
Antes eran de uso colectivo para mantener el grano seco, a temperatura uniforme
y sin enfermedades hasta que los agricultores pudieran embarcarlo, después se
pasaron del régimen cooperativo al privado y sus tiempos los manejó el
acopiador-exportador, ahora se inventaron unos de plástico que tienen hasta un
climatizador y se colocan en los campos atrás de alguna arboleda para que los
transeúntes no especulen y la
AFIP les tenga que sacar la foto desde un avión.
Cuando el silo está lleno, el dueño del grano pide una devaluación,
los gobiernos devalúan y entonces vende sus contenidos a alto precio. Este año
lo retuvieron demasiado y como no hubo devaluación insistieron hasta el límite
de la pudrición; hoy lo vendieron al precio internacional mas bajo de los últimos
diez años, porque sus colegas yanquis tenían grano de sobra en sus propios
silos y salieron a venderlo primero. El que quiere celeste que le cueste un
blue.
El tercer uso de la palabra Silo, lo hizo famoso Roberto Galán.
III – Una de Hitchcock
Ya sabemos, los aterrizajes forzosos no son cosa de cuervos;
siempre apuntan obstinados con el pico, a los ojos o a la yugular. No faltan
salvajes, escasean ideas bondadosas; y cuando revisamos atrás del detergente,
en la repisa, vemos pasar una sombra por la ventana. El cuervo completo,
paradito arriba del cable de teléfono nos mira con satisfacción de finalista.
Revolvemos las carpetitas de la abuela y nada. Permanecemos como tontizados con
las manos abiertas asiendo ramplonas esperanzas usadas. Pasamos frío, como
esquimales en temporada alta; pasamos calor como lagartos desangelados; todos
pusimos y ya lo explicamos, con puntos y comas; pero no le abrimos la ventana
al mirón ni que vengan los gurkas degollando, porque una cosa es ser estúpidos
cien veces y otra cosa es vivir para contarlo.
Está en un cajón de la cocina -la cajita de los alfileres digo - está en la cocina. En cada ventana ya
hay una sombra, frotándose la angurria; igual seguimos revolviendo con santa
paciencia, hasta que la inquietud se vuelva calma.
IV - ¡Salamanca!
-Ni se te ocurra venir a darnos otra mala noticia.
jp
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