Punch, punch, punch, punch…tu me entiendes?
Rodilla, rodilla, rodilla, rodilla…tu me entiendes?
Jab, jab, jab, jab…tu me entiendes?
Ahora,
ahora, ahora, ahora…tu me entiendes?
¿Estás sordo? Faltan 30, 30, 30, 30......
“Castellini ganó,
lo único ausente en tanta lógica es la alegría que justifica y embellece el
deporte”. Algo asi escribió Cortázar hace años, primero porque
escribía; segundo porque le gustaba ver
gente boxear como espiar cronopios y
tercero porque así combatía en contra de sus propios temores.
A Julio Cortázar no había que repetirle las cosas cuatro
veces; a Castellini no sé, pero a Maidana sí y no alcanza. Reirse, disfrutar, gozar, no Don Julio, eso no existe más.
Ahora hay que decirles desde el rincón cuatro veces lo mismo, de a una palabra por vez, en tono
imperativo y de alta monotonía repetitiva, no para fijar conceptos sino para dar órdenes firmes a sus mentes apabulladas en varios idiomas, entre el inglés y el santafesino pasando por todas las jergas de Centroamérica.
Supongo que es por una discapacidad receptiva, audiolingüística o psicomotora, tal vez de
adquisición profesional, o alguna cicatriz de desnutrición infantil.
Cross, Punch, Jab, Uppercut.
Los cuatro golpes básicos, cuatro veces cada uno, suman dieciséis ideas
combinables, un desquicio matemático en el que decide el estado psicofísico. Cada uno cruzado,
directo, gancho o crochet; franco o finteado, ascendente o descendente, alto o
bajo, en avance, en lateral o en retroceso.
Son dos mil posibilidades Don Julio de que lo caguen a trompadas y ni se entere porque
está distraído buscando el clinch -una traición.
La fuerza del punch, "esa que demuele" mas que un
mordiscón, esa que desaloja el aire por las cañerías del rival, hay que repetirla cuatro veces. Un clinch y
cuatro punchs, un dos tres cuatro jabs,
atrás y vuelta a empezar. Pero primero hay que saber contar hasta cuatro y
apelar siempre al clinch de los cobardes, o saber evitarlo.
”Fue una victoria chata” insistió Cortázar. Todas las victorias son
chatas Don Julio (excepto los corpiños de Victoria Secret). Pero como “El buen cuentista
es un boxeador astuto, sus golpes iniciales pueden parecer poco eficaces y en realidad, están minando las resistencias
más sólidas del adversario”, así llegamos a creer que siempre hay ADVERSARIOS,
por lo menos dos, el que escribe y el que lee, el que ataca y el que defiende,
el que ríe y el que llora, el que pelea y el que huye.
Para Cortázar el boxeo es una letal combinación de “adversidades”. Ahora
no, le aviso don Julio que ahora no, se acabó la poesía. El box es un negocio del recontra carajo y
los contendientes son disminuídos mentales incapaces de hilvanar una sola idea elemental
que no tenga la cara de un prócer yanqui, al que verán pasar en el bajo relieve del anverso.
Y en el inside el “público” es apostador: uno, dos , tres, cuatro
artefactos escalofriantes saludando a la cámara de la FOX por un puñado de dólares. No
se deleitan más con la carne cruda y sangrante sino con la verde mercancía de
cambio. Si el Chaqueño Palavecino (Que estaba ahí) se excitara con carne cruda no haría esos asados
en los escenarios. Sí, créame don Julio, el mismo chaqueño aplaudía cada gota como un
patriota agonizante por puntos, seguro que vá a decir que perdió el cachet pero no le crea, suele apostar siempre a ganador.
En el juicio final de estas peleas no hay uno, poderoso y omnipresente que señala con el dedo, hay cuatro: uno, dos, tres jueces al costado y el cuarto arriba,
como pintado de negro “bombeando” por 10 a 1, o lo que marquen las
casas de apuestas y las mesas de dinero de la mafia de Las Vegas. Es un cronopio ciego, vendido, mutante y lastimoso que usa guantes profilácticos.
Las actividades más antiguas de la humanidad fueron comer y coger; usted ya lo sabe; la otra era cagarse a piñas para comer y coger. Ni siquiera estamos buscando un camino natural para volver a empezar.
Mas que el ADVERSARIO lo primero es el honor y no se pone en juego ni por el arte ni por el deporte, es por guita.
Combatir en el
gimnasio al Stress malo con el Eutress bueno; hacer todo un laburo psicofísico para liberar la Arousal con una actividad
mental que relaja por sueño profundo alternado con excitación extrema; regular
la mezcla correcta de la adrenalina del cagazo con la endorfina del boludo.
Finalmente,
y después de un extenuante entrenamiento se consigue ese anhelado Estado de Imaginería
ideal que convierte la motivación en suicidio estético y la cara en un bofe, listo para el maquillaje reparador antes del próximo show por unos miles de dólares mas.
Unos miserables cientos de miles de dólares, que Usted don Julio, en toda su vida de
escritor, enorme imaginador y amante del arte de los puños, jamás consiguió visualizar juntos,
apiladitos, con envoltorio de la Reserva Federal y la fajita inviolable del Banco de Chicago o de New York, en
paquetitos de a diez mil, unos ladrillitos prolijos apilados afuera del alcance de la AFIP y del pibe Maidana.
Dólares, dólares, dólares, dólares …cuatro veces Julio...¿Eres
sordo o estás noqueado?
JP
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