Me olvidé de
todo y soñé. Los problemas del mundo los dejé a un costado y soñé. Las
frustraciones personales y familiares, las broncas sociales, la grandes
dificultades para pagar las deudas, el sueldo que a veces no alcanza y el alcohol que
nubla mis sentidos los puse en la mesita, a mano para otros días; ahora soñé.
Soñé con los viejos ídolos, los partidos perdidos en otros campeonatos, la cantidad de años que me quedé atragantado y las enormes emociones que el seleccionado nacional nos dio en otras épocas. Cuando nos criticaron por el juego chato los dejé de lado y cuando armaron ésta selección critiqué a los desconocidos de siempre, algunos acomodados con enorme soberbia y con chicas lindas que se les cuelgan de todas partes. Pensé que depositaba mis sueños en un buen grupo de sponsores.
Soñé con los viejos ídolos, los partidos perdidos en otros campeonatos, la cantidad de años que me quedé atragantado y las enormes emociones que el seleccionado nacional nos dio en otras épocas. Cuando nos criticaron por el juego chato los dejé de lado y cuando armaron ésta selección critiqué a los desconocidos de siempre, algunos acomodados con enorme soberbia y con chicas lindas que se les cuelgan de todas partes. Pensé que depositaba mis sueños en un buen grupo de sponsores.
Desde la última
vez que fuimos campeones que no podía soñar así, casi una vida pasó. Las grandes
tragedias que vivieron mis viejos, el hambre del pasado y la historia de mi
pueblo los guardé en un rincón y los mantuve a salvo de este sueño para ver a
mi equipo jugar al fútbol, como yo jugué entre las ruinas y los baldíos, como otros que jugaron a la pelota en los campos de batalla de la guerra perdida.
El fútbol del país de uno es como nosotros, una curva cardíaca que miramos según nos aconseje el
alma. La bandera que amo, esa que nos
identifica y se respeta en todos los deportes, la defendí de la burla
chauvinista de mis vecinos del continente y la agité con emoción genuina, junto
con mis vecinos inmigrantes en el barrio.
Me enojé
cuando sumé los millones de Euros que se ponen en juego, las cifras astronómicas
que ganan los jugadores por jugar, ganen o pierdan y el desprecio por las
enormes brechas sociales que se agrandan.
A los
pronosticadores, periodistas a sueldo, teóricos, fanáticos y ciegos los dejé pasar y soñé.
Una Presidenta
representa a una parte de nosotros; no
nos representa a todos así como nuestros caudillos famosos del pasado no se hacen nunca responsables de nuestras desgracias.
Por eso me
animé a soñar, porque hemos salido de cosas peores, mucho peores.
Por suerte el
equipo jugó muy bien, ante otros buenísimos equipos y llegó ahí para cumplir mi sueño y se que muchos de mis compatriotas
ahora se creen dioses, tanto como antes se creyeron reyes y luciferes.
Hoy somos
ochenta millones festejando juntos un campeonato de fútbol, ochenta millones de alemanes contentos gritando con toda nuestra emoción,
es simple, esto es lo que se siente cuando no comemos vidrio.
Joetze P
4 comentarios:
pero bueno, siendo alemán no tenes taaantos problemas creo je... felicitaciones! ;)
El gran problema de ellos es que las recesiones hacen imposible el pago de las hipotecas y no hay terrenitos ni alquileres baratos.
GRACIAS POR COMPARTIR.
JP
Recomiendo Plan D del alemán Simon Urban (Ed. Grijalbo) para entender la situación actual en Alemania, las mafias, el crímen las brechas sociales.
JP
Publicar un comentario