... también somos capaces de asesinar a Mascherano.
Algunos están contentos con el paisaje
visible pero otros viven aterrados por ese que no se ve, el paisaje atroz de nuestra
historia, las artimañas del discurso escondido, la calle siempre roñosa de
nuestros festejos, en las que cualquiera de NOSOTROS es capaz de cualquier cosa.
Nunca somos “NOSOTROS”, somos “los UNOS y los OTROS” como siempre;
seres desiguales, imperfectos, privilegiados y relegados que nos subimos al primer
bondi que pasa para estar menos solos en la llanura inhóspita e individual de
nuestras humanidades. Nunca fuimos “NOSOTROS”, somos “ESOS” que pugnan para sobrevivir sin perder la gracia, limpia o sucia, una
gracia parcial, la esencia de nuestra identidad hecha pelota.
Ya fuimos iguales y peores, UNOS Y OTROS, después del 78, del 86, del 90 y del 2000, pero nunca NOSOTROS. Antes también, y mucho antes. Somos siempre los mismos de siempre, conocidos de toda
la vida. No nos unen ni el amor ni el espanto, no nos une nada. Somos amorosos y amorales, metafísicos y espantados, puros e impuros subidos por un día al mismo tren que nos conduce al horno; una “lumpenada” golondrina sin otra camiseta
que la piel variopinta y escaldada por soles imaginarios corriendo en pos de
diferentes destinos; cada uno a su manera para salvarse, no para salvarnos.
En el fondo, un callejón con sombras que van y vienen, avisos de otros mundos, la pantalla gigante que
contiene una fuga de fantasmas, abismos y silencios, voces y muros, sonidos e
imágenes cautivas que repiten mil veces inverosímiles NOSOTROS a quienes esperamos el
partido hundidos en la caverna con una banderita.
Si Mascherano llegara a ser Presidente alguien va a terminar asesinándolo; ya hemos matado a tantos que ni la culpa nos puede vencer, porque no somos nunca NOSOTROS y no hay sentido alguno, brumoso o límpido que disuelva los contornos y nos convierta en una UNIDAD viviente, ni siquiera después de un partido. Eso ni los poetas lo consiguen.
El próximo lunes seguiremos siendo, cada uno cada cual - estos,
esos y aquellos - escapándonos de este presente
cruel e imperfecto del “NOSOTROS los
argentinos”; porque un equipo de fútbol no representa nada de “NOSOTROS” mas
que las ganas de jugar y de ser niños, niños para siempre, niños diferentes, únicos,
ganadores, fantásticos y geniales; ni siquiera un sencillo “NOSOTROS, LOS NIÑOS”.
JP
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