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jueves, 26 de junio de 2014

El Hombre Hueco

De Geoffrey de Monmouth 

a Tomas Eliot,  Marlon Brando y Divididos


El Monomito es una definición de Campbell sobre “el camino del héroe”  tan afianzado en la cultura de la humanidad. El héroe es el padre, caminador y superador del mito de “la tierra fértil” y curador del temor  “a la tierra arrasada”. La tierra era la única fuente de subsistencia de la humanidad; y la cultura como las semillas, tiene raíz agraria.

En todas las latitudes, desde la Grecia antigua al Budismo y el Brahamanismo orientales y la mirada Zen;  desde  las comunidades hebraicas, bárbaras, bardas, galeicas y celtas, hasta las sociedades greco-romanas, cristianas y protestantes, el Monomito actuó como  bálsamo de la incertidumbre;  y el sindrome de “la tierra arrasada” como el infierno tan temido que ahueca al hombre y lo deja vacío, apto  para ser  rellenado con la paja seca.
La salvación,  solo puede ser obra de  la Literatura que construyó el nacimiento del mito.

La cultura occidental no tuvo en cuenta la mas occidental de las culturas, la originaria de América, sencillamente porque la historia de los mitos también se define por y para  los que ganan; sin embargo en las culturas Inca y Maya mitos similares aseguraron su existencia, contemporánea con la misma antigüedad cultural europea y oriental.

Entre el desorden, se requiere de una imprescindible Soberanía que equilibre la Injusticia y el Despotismo, en ese puesto los mitos pusieron a jugar a todas las Diosas y prostitutas de alto rango para que ejercieron soberanamente su poder sobre los Dioses y los Reyes hombres, en todas las culturas.
Ginebra, por ejemplo,  esposa de Arturo y amante de  Lancelot,  para la cultura celta es sinónimo de Soberanía y de Libertad; y en toda esa fantasmagoría siempre el hombre fue arrasado en la tierra arrasada y se hizo hueco, en contraste con la mujer soberana y distante. Este contradictorio y poético origen de la misoginia y del mito de Pandora presupone la densidad del terror despótico masculino, salvo algunas excepciones como el Rey Arturo, más propio del deseo que de la realidad.

Los textos sobre Caballeros aglutinan la mitología de una tierra yerma e insular, no exenta de barbarie; se nace, vive y muere en una isla real y se esconde en algún recodo al Rey Arturo, al bueno,  para que vuelva a renacer cuando haga falta un reinado menos atroz que el verdadero.

Rara vez los pueblos  debieran ocuparse de esos menesteres que dominan con oficio los Magos, ese es el mensaje oculto en las botellas de los mitos.

Los primeros escritos sobre el Rey Arturo fueron del galés Geoffrey de Monmouth en el año 1130 e inspiraron su trabajo religioso y muchísimo mas.
Tomas Eliot, amparado por la lectura de  Joyce y de Thomas Mann, a su vez absortos consumidores de literatura de Caballerías de la Britania (Monmouth, Gawain, Mallory, Chaucer, Shakespeare, Tennyson y la revolucionaria mirada de “Un Yanqui en la corte del Rey Arturo” de Mark Twain) recogió el  tema del Monomito en “El Hombre Hueco” (1925); un poema denso y ominoso surgido del mágico encanto de El Corazón de las Tinieblas de Joseph Conrad. 
En la voz del Coronel Kutz (interpretado por Marlon Brando en el final de Apocalypse Now), el mito originario adquiere una actualización imprescindible; en la era del pop, Vietnam y Camboya son la tierra arrasada. 

La literatura de habla hispana tiene su Monomito cervantino en El Quijote, no exento de una enorme transgresión ácida que lo enaltece con originalidad.
La verdad parece ser  intolerable y “los buenos y los malos” será una discusión que se dirima en luchas mucho menos ficcionales o mágicas. La realidad apesta mas que la fe ciega.  

Brando-Kurtz recita a Eliot con esa voz única e irrepetible. Su  interpretación es una encarnación rústica del mito y su sonido es como el de las piedras en la canción de Divididos  "Somos el hombre hueco…" utilizada como puente musical en sus recitales en vivo.

En un mundo perfecto y circular los puntos equidistan de un centro que confiere a la vida una estabilidad deseable; pero el mundo real se parece mas a una espiral irregular que crece y se expande dejando en el camino cuestiones puntuales como el Monomito del héroe fantástico caminando victorioso sobre el espanto de los hombres huecos.
JP




Somos
los hombres huecos
Somos
los hombres huecos
Somos
los hombres huecos

Esta es tierra muerta
tierra de cactus
si ves bien son todas
imágenes de piedra
pero vos no ves
porque no hay ojos acá
es un valle hueco
y nosotros somos
los hombres huecos. 

Diego Arnedo, Ricardo Mollo



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