El vino y la canción
Algunas veces lo que hace falta es muy poco. Una copa de vino, alguien que te hable. Que te digan algo sencillo pero nada hueco. Un amigo; nada grandioso. Estoy cansado de gente astuta. No quiero escuchar sentencias demasiado inteligentes. Suenan a cargada. Un amigo y una canción. Eso.
A veces una canción te llena la piel de espinas y otras simplemente te hace llorar. Y si te preguntan como estás y respondés bien, o mas o menos, o no sé; cada palabra dice o calla.
También hay palabras calladas, eso lo aprendí escuchando. Con las canciones pasa lo mismo. Las canciones que nos pinchan están afuera tratando de entrarnos y las que nos hacen llorar pugnan por irse.
Tal vez ni siquiera es así y uno llora solo de tristeza o le pica la camisa o se le pone esa piel de pollo de puro tonto rendido a la melancolía.
O la melancolía es una deformación políticamente correcta del cinismo.
No sé pero debió notarse. Cuando me preguntó cómo estás ya sabía. Percibir mi tristeza no es difícil; y como es un amigo respondí no sé y compartimos callados, la canción y el vino.
JP
Programa de la tarde
Técnica mixta sobre Hardboard
70x100cm
No hay comentarios:
Publicar un comentario