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lunes, 20 de diciembre de 2010

Don Juan Manuel de Rosas - Rozas -

La verdadera Oligarquía surge con el Rosismo aunque al Peronismo no le guste.

Antepasados Nobles en la Colonia y demarcación de territorios

Clemente López Osornio estanciero virreynal, administrador de las haciendas del sur de la Colonia (Tapera de López y haciendas del Rey). Abuelo materno de Rosas, estanciero y expedicionario llegó hasta la actual Bahia Blanca cazando salvajes y buscando aguadas, salares y zonas de cultivo y ganadería para los cientos de miles de cabeza de ganado que crió. Fue el principal abastecedor de alimentos de la Colonia del Rio de la Plata y precursor de la industria saladeril. Su riqueza creció como proveedor del Estado Virreynal antecedente reclamado  por la oligarquía como privilegio de cuna, hasta nuestros días.

Domingo Ortiz de Rozas hermano del bisabuelo de Rosas/Rozas (1683) fue Mariscal de Campo Real, Capitán General del Puerto de Buenos Aires y Conde de Poblaciones por sus servicios en las Gobernaciones de Buenos Aires y Chile. Primero en llegar a América, de una dinastía con linaje desde el Medioevo Español en Cantabria, familia de hacendados, terratenientes y militares todos ellos.
Su nieto Leon Ortiz de Rozas, militar al servicio del Virrey acumuló administraciones y propiedades reales, de las cuales se hizo propietario a lo ancho de toda la Provincia de Buenos Aires en constante lucha con los malones y llegó hasta Mar del Plata cuando era  una dislocada falla de piedra metida entre las olas.

De ese linaje oligárquico  terrateniente, lo único que no heredó Juan Manuel de Rosas fue la letra Z del apellido a la que renunció en un acto de rebeldía propia de niño bien, repudiando el ancestro pero no la tierra.

Sus dominios se fomentaban en escrituras legalizadas muchos años atrás de propiedades interminables, de tierras adquiridas en su origen con la famosa técnica de cabalgar hasta que se muera el caballo y poner allí un pilote demarcatorio. Si no había nadie adelante, se  tomaba una nueva cabalgadura y se salia a campo traviesa hasta la muerte del segundo caballo y colocaban allí otro hito de agrimensura. No habia jueces ni veedores suficientes para garantizarlo y no existían escribanos con título, pero se  requería valor, resistencia, buenos caballos, armas y sangre fría. Las tierras eran denunciadas como “realengas” y los encomenderos virreynales debían armar y costear las “mesnadas feudales” para defender al Rey , dando origen a los ejércitos particulares que asolaron el territorio a las ordenes de sus caudillos-patrones. El más famoso, La Mazorca.

Así se crearon los latifundios bonaerenses. Los participantes del reparto del suelo tenían “coronita” o estaban muy cerca de ella. Los bisabuelos de Rosas fueron de los primeros.

Dominio de la tierra

Desde la fundación de Buenos Aires por Garay y 60 pobladores, hasta el nacimiento de Rosas a fines de 1700, la superficie de tierras con propietarios registrados en la colonia era equivalente a un 20 % de la superficie actual de la Provincia de Buenos Aires.
En ese territorio de casi 30.000 km cuadrados se registraban en 1580 solamente 26 terratenientes y en 1780 (200 años más tarde) 186 propietarios entre los cuales se destacaban los padres y abuelos maternos y paternos de Rosas; solamente 186, leyó bien.
Estaban vigentes la Ley de Mayorazgo (Herencia de la tierra por el hijo mayor como único heredero) y la Ley número 10 que impedía tenencias de tierras a población nativa, indígenas, negros y mestizos. 
La ocupación de parcelas cada vez mayores y el nacimiento del latifundio en el Rio de la Plata es la primera causa de despoblación a que aludieron luego las obras de Echeverría, Sarmiento y Alberdi entre otros.
Los hacendados vivían en Buenos Aires en sus casonas porteñas y eran dueños de todo el territorio hasta los dominios de los indígenas, al sur y al oeste, esto constituyó una particularidad urbanística y de distribución humana característica de la Colonia y una enorme influencia política de esas familias radicadas en el centro del poder político y comercial de ultramar.

Hacendados , Derechos Aduaneros y usura.

Juan Manuel nació en la casa materna en 1793 justo donde se encuentra actualmente el Banco Central de la República Argentina, en el micro-centro de Buenos Aires.
La historia lo sitúa aún niño en el Regimiento de Migueletes defendiendo a la Colonia de las Invasiones Inglesas en 1806 (a los 13 años) y destaca que se retira a los campos de la familia a encarar “tareas rurales” no participando de los movimientos revolucionarios de 1810.
Un historiador antirrevisionista, R. Puiggrós, sostuvo que la Revolución de Mayo le fue extraña y la miró con más aversión que cariño, pero recordemos que apenas tenia 17 años.
Entre 1807 y 1817 año en que nació su hija Manuelita, se asoció con sus primos, los hermanos Anchorena y se puso en sociedad con los Dorrego, constituyéndose en un potentado agroganadero y primer exportador de carne salada en los saladeros de la zona sur de Buenos Aires (primera industrialización nacional de alimentos exportables).


En 1819 durante el gobierno de Pueyrredón y luego de un reparto de tierras fronterizas, Rosas juntó a otros beneficiarios y fundó la Sociedad de Hacendados  (Liga de los Hacendados- el verdadero origen de Club de la oligarquía), con atribuciones que aspiraban a ejercer un Gobierno Propio (Reclutamiento, alimento de tropa, planes de conquista territorial, utilización de los “delincuentes y desertores”  como esclavos, deslinde de terrenos, formación de milicias, establecer el precio de hacienda y caballada para el Gobierno Central , etc). “Era un Poder dentro del Poder, una Logia Corportiva Feudal”. (Leonardo Paso- Realidad y mito-Ed.Silaba pag 29).
Julio Irazusta, historiador rosista, en su libro Vida Política e J.M de Rosas, pag.71 defiende la Logia bajo el argumento de un “buen plan social y político del nacionalismo” y ese concepto fue adoptado por todas las corrientes del pensamiento nacional con el peronismo. En realidad era confrontar el desarrollo del capitalismo naciente contra las atrocidades de una sociedad precapitalista, feudalista en esencia. El revisionismo de los historiadores peronistas desconoce ésta realidad y no reconoce la identificación nacionalista del sistema productivo rosista con el feudalismo.
José Maria Rosa, en su Historia Argentina dice “ la vida en la estancia recuerda a una sociedad primitiva” luciendo una candidez imperdonable; la vida en las estancias obedecía a nuevas relaciones de producción y explotación a favor del hacendado o encomendero del Rey, la Iglesia o el Terrateniente y la ganaderia retrasaba la evolución de la artesanía primitiva y la cultura de las sociedades primitivas  más avanzadas.
La vida en las estancias improductivas era más parecida a un calvario de desesperanza que a una procesión ritual.  Una mínima parte de esas tierras eran dadas en arrendamiento para la agricultura y se generó un sector campesino pobre de arrendatarios que surtió y sufrió a los hacendados.

J.M.deRosas, a los 23 años era un hacendado con producción primaria y exportaciones que le prodigaron  enorme prosperidad y poder. Tuvo sus primeros enfrentamientos con Pueyrredón por las prohibiciones comerciales en beneficio de saladeros de la propia ciudad (Primera burguesía manufacturera porteña) y extendió sus dominios al sur conformando una milicia propia de la que llegó a nombrarse Teniente Coronel.
La Aduana de Buenos Aires fue durante los próximos treinta años el tesoro y objetivo que orientó todas sus acciones  políticas. Una lucha por intereses  aduaneros (Recaudatorios)  que adquirió ribetes descomunales y simplificaciones históricas imperdonables.
Una verdadera GUERRA DE REPUBLIQUETAS que insumió medio siglo XIX.

Los campesinos arrendatarios eran obligados a trabajar para el patrón con dinero prestado y se veían obligados a vender la producción agraria al prestamista con pérdida a niveles de usura.  Levene dice que debían “cosechar y vender rápidamente para pagar las deudas y renovar los créditos” (Esta estructura persiste hoy día:  El Secretario de Agricultura salió a decir  que es injusto que 30 mil pequeños productores se empobrezcan para el enriquecimiento de cuatro piolas que exportan el trigo- Bahía Blanca -16 de Dic 2010)

“La usura centraliza las fortunas monetarias cuando los medios de producción se encuentran dispersos. No modifica el modo de producción sino que se adhiere a él como un parásito y lo vuelve miserable” (Carlos Marx – El Capital-T. III).

El campo bonaerense, partido en dos, un enorme latifundio ganadero y un pequeño sistema de arrendamiento agrario, conformaron un sistema económico oligopólico semi-feudal de explotación y usura. Con fuerte sesgo exportador de producción primaria y monopolio de manufactura saladeril (antecedente del frigorífico) vinculado al comercio exterior y recaudador de doble mano como proveedor del Estado, sea cual fuere ese Estado, y como recaudador de Aduanas.

Unitarios y Federales es la dicotomía que surge del lugar que éstos intereses ocuparon posteriormente en el devenir político del siglo XIX y con la primera aparición de clases enfrentadas en las ciudades, referentes del comercio y las primeras manufacturas urbanas.
El interior siguió caminos parecidos y cada Provincia (sus hacendados) reclamaba su propia Aduana, la pata faltante, que administraba el Gobierno Central desde el Puerto de Buenos Aires, en un territorio que aun no tenia una Constitución política.
La batalla de la Vuelta de Obligado más que una gesta patriótica contra el invasor europeo fue, en realidad, un enfrentamiento con las ambiciones aduaneras del Litoral enfrentadas a los intereses portuarios del Rosismo ¿O las tropas que Rosas mandó al Uruguay no correspondían a un pensamiento oligárquico e imperial?


El Empréstito, la Banca y la Enfiteusis

La primera Deuda Externa de los argentinos,  la asumió el Gobierno de Rivadavia en 1824 y  fue de un millón de Libras Esterlinas en forma de Empréstito (Bonos con aval estatal) pagadero en 80 años con una tasa del 1% anual y dos años de gracia.
El aval fue la tierra pública, la misma que luego se dió a explotación en parcelas siguiendo el modelo español de enfiteusis a modo de revertir el desarrollo del latifundio y generar pequeños productores agrarios. Por esas cosas del Poder y sus cercanías primeras a Rivadavia, Rosas se apropió de los territorios públicos y los dió en explotación él mismo con enormes sobretasas respecto al 1% del >empréstito. Fué un avanzado también en la usura con un spreed bancario digno de los Martinez de Hoz . 
La Enfiteusis otorgaba derechos sobre quien pagara el canon territorial y Rosas adquirió enormes extensiones tercerizando el canon y quedándose con la titularidad y las diferencias de tasas pagadas por los arrendatarios. La Estatización de la deuda externa privada, ya  sonaba en la cabeza de la oligarquía (No fué un invento de Domingo Cavallo).
La Banca Baring de Londres suscribió los bonos al 80% valor nominal según Leonardo Paso y al 30% según el revisionismo nacionalista del historiador José Maria Rosa. El préstamo no fue ominoso sino favorable al espíritu de la burguesía porteña para achicar el latifundio y generar inmigración productiva, pero la oligarquía rosista les ganó de mano. Rosa, el historiador, agita ese % para criticar a Rivadavia y oculta el verdadero espíritu que lo guiaba, aun cuando dicho espíritu se basaba en la construcción del Puerto de Bs As que Rosas apoyaba y usufructuó.
Los revisionistas nacionalistas parten del concepto equivocado de que el liberalismo económico, la burguesía porteña vinculada al comercio, y el expansionismo económico de los países europeos de principios del siglo XIX, eran nuestros enemigos, cuando en realidad eran la avanzada más revolucionaria contra el feudalismo instituido por la Patria de los Hacendados y los oligarcas de las ex colonias (En Carolina del Norte se calculaban 2 esclavos por cada habitante blanco de las plantaciones y en la Provincia de Buenos Aires esa cifra era catastróficamente superior y más injusta, vale aclarar que apenas uno cientos de terratenientes disponían del 80 % del valor de las mercancías y el 100 % del territorio conquistado a los nativos)

Hecha la Ley hecha la trampa, la ley de Enfituesis que pretendía combatir el latifundio amplió algunos y generó 171 nuevos latifundios de 15 mil hectáreas de promedio cada uno. Hoy día, y siguiendo algunos de los apellidos famosos de la Provincia de Buenos Aires podemos encontrar una maraña de propietarios encadenados a Juan Manuel de Rosas por afinidad o empatía, ministros y funcionarios que se enriquecieron como recompensa y opositores que perdieron sus tierras a manos del Gobernador.
La Oligarquía Terrateniente Bonaerense se quedó con todo incluyendo el Puerto y la Aduana, las puertas de entrada y salida de la riqueza agroganadera, y usufructuó las tasas aduaneras de las riquezas de las manufacturas de la incipiente burguesía urbana.
La herencia agraria quedó circunscripta a los Alzaga Unzué, Beccar Varela, y una lista de linajosos dobles apellidos paterno y materno de una generación de estancieros próspera y reconocida. Ezeiza, Guerrero, Lezama, Crotto, Camet, Conesa, Lynch, Sevigne, Vidal, Iraola, Dorrego, etc;  que no son solo paradas obligadas del camino turístico de Buenos Aires, sino el  centro del gran latifundio, la herencia rosista.


El mito del Rosismo

El mito no permite el análisis, el mito reniega del marxismo como ciencia, lo contrapone a una cuestión de imagen sin traslación temporal, sin análisis de las relaciones económicas que condicionan la lucha por el poder en cada momento histórico en particular.
Pacho O`Donnell  hace apología de una Epopeya Rosista que no existió. Le viene bien al peronismo el fenómeno del mito Rosas. Y le viene bien a Pacho asumir un compromiso de elementaridad histórica con el mito. (La Gran Epopeya de la Vuelta de Obligado – Ed Norma- 2010)

Dirán que fué por esa gesta que San Martín le asignó uno de sus sables a Rosas antes de morir y ya septuagenario; pero también es verdad que el estratega militar Don José de San Martín detalló en 1845 un plan de evasión y aislamiento de Buenos Aires en caso de que las tropas Imperialistas la ocuparan. Ese plan se basaba en las experiencias Napoleónicas y establecía arriar todo animal vivo a 200 leguas del Puerto, un Plan que los ganaderos de la Confederación tildaron de absurdo, porque una cosa es ser oligarca y otra cosa es ser pelotudo.

No le viene bien al futuro del pais seguir ocultando la verdad de la milanesa oligárquica, ese empanado de carne popular entre falsedades de pan rayado y huevos podridos.
Perón no quiso destruir el mito porque fué la carta en la manga de su ambigüedad ideológica y el revisionismo contracultural cabalgó en los defectos formales de la burguesía nacional, no para llenar un espacio de Justicia sino para retrotraer la historia a la panacea del feudalismo nacionalista.
La Oligarquía existe, goza de buena salud y tiene aliados poderosos. Hace política sin Partido y en lo ideológico se alimenta de espíritus camaleónicos conocidos, solo hace falta mirar con atención.
Juan Manuel de Rosas, antes que nada fue un enorme y poderoso Oligarca.
jp



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